23/5/07

CARTAS DE JULIO A DORITA


Querida Dorita,

Los días pasan, vuelan, o tal vez ingrávidos flotan, como los turistas espaciales millonarios que se gastan la plata para experimentar la vida lejos del planeta, lejos del suelo, cerca del cielo.
No conozco más cielo que el que rasea el prado o el asfalto, y casi siempre lo he viso en el mismo ras. Cuando uno ve el suelo suspendido en las alturas experimenta ya un extraño alejamiento, pero sabe que pertenece a allá abajo. No somos ángeles. Pesamos. Así que no sé qué será perder el peso, flotar como pluma, más que una pluma, sin arriba y abajo, sin desalojar aire y cielo, ser sólo cielo.
Ser el caballo, la pradera, el aire que hendimos, ser uno y no más.
Estos días, Dorita, estos días... Sentimos la tentación de sujetarlos con manos rígidas y crispadas. Y todo lo que necesitan es volar. Ligeros de equipaje.
Experimentar la ingravidez, padre nuestro de los suelos, déjanos besar el cielo.
Stephen Hawking volando, la cara, su cara, de la felicidad.
No hacen falta, no obstante, simulacros físicos de antigravedad. Escuchá a Wayne Shorter. “Alegría”, vaya disco!!! Gracias miles a los editores de El País.
Si no he volado con cada uno de mis viejos y enmohecidos huesos, al menos mi cabeza sí lo ha hecho.

Besos,

Tu recordante Julio

PS_ No atiendas voces que dicen que persigo jovencitas aspirantes a actrices por los circos rodantes. No les des crédito: mi cabeza vuela, mis pies están sujetos.

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