7/8/07

CARTAS DE JULIO A DORITA

Querida Dorita,

Cierto que la noche es por principio lo contrario de esa luz que de tanto verla, hace que hayamos “ perdido la recta proporción de ese milagro, que otorga a la materia su volumen”(1)

Y sin embargo, en la noche, los relámpagos de luz son más visibles que en pleno día. Qué injusto es el viejo Sol que mata los fulgores mínimos, los estremecimientos leves de los luceros menores, los impactos y estallidos de cometas silentes.

En la noche, cuántas noches, he visto las criaturas que se sitúan en los márgenes de la vida que ya hemos recorrido y –tal vez- se aúpan hacia la aurora de otra vida posible.
Cierto, también he vivido muchas noches insomnes donde la pesadilla es el tedio y la vulgaridad.
Pero he vivido noches con jazz, con humo, con alcohol, donde se agitaba entre las alas de la luz temblorosa de un foco la incierta consistencia de un milagro a punto de revelar.

Amo la noche. Miqui y yo hemos dialogado en la noche tantas horas que somos hijos de las plazas nocturnas, despobladas, de las calles desiertas, incluso de los campos negros surcados por murciélagos y cantos de chotacabras, bajo estrellas que hienden el cielo invisible y , así, le proporcionan volumen y capacidad de acoger en su monstruosa dimensión de cíclope indiferente.

Besos,

Julio

(1) Carlos Marzal, 2001

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