Querida Dorita,
El Viejo Topo nos ha ordenado que debatamos la posibilidad de apuntarse a una segunda vida. Así, de primeras, nos fascinó a ambos la idea, hasta que sin más hiato el VT nos aclaró que se trataba de apuntarse a una web llamada Second Life, donde aparentemente se puede actuar a través de un doble virtual con dobles virtuales (avatares, se llaman en la jerga internáutica) de otros seres humanos. Prosaica derivación de un tema inicialmente interesante, Miqui y yo nos peleamos, como de costumbre, y no llegamos a ninguna conclusión vàlida, como siempre. Ni siquiera nos hemos molestado en indagar en internet , yo por... por absoluta pereza, y Miqui porque a las primeras de cambio descubrió que había que enredarse en compras, ventas, cambio de moneda y otras mercantilistas transacciones. Había que ver su mastodóntico corpachón agitado por la furia de apóstol del anticapitalismo.
Digamos que no hay otras vidas, digamos que no hay segundas oportunidades sin soltar las primeras, que no se puede delegar en intermediarios la compra y venta de la emoción, que la lucha en el barro cocerá nuestros propios pies, que una pantalla más allá de la caverna en que nos movemos sólo creará otra caverna.
Pero no condenaré al que huye en pos de los contactos que de este lado se le han negado, quien huye del acoso diario y la burla de los congéneres, de las armas afiladas tras de un muro, de la violencia de las guerras de baja intensidad que cada día cosechan daños colaterales en las columnas laterales de los diarios.
No los condenaré yo.
Pergeño versos estos días. Ahí nomás se morirán sin alcanzar otra orilla que el remanso de tus ojos:
Baste con amar,
Tendido en la noche,
Sobre el depósito de las sombras porosas,
Agitar la fecunda raíz
De lo que despunta en el sueño.
Oír sin escuchar la nada
Y apresar el vocerío de los ausentes,
Hurtar a la desmedida oquedad
De lo por vivir lo que se fue
Sin ser vivido.
Baste apresar un nudo
De inasibles corredores
Y soltar en la mano abierta
Su exánime violencia inerte.
Andar en ese crepúsculo virgen
Y revolverse contra la tristeza
De los ojos cerrados en el lodo.
Huir hacia su encuentro,
Como fantasmas de luces
que poblaron otro universo.
Y ser testigo, baste,
Para mudar la piel muerta
Y caer de un olvido a otro,
Como un extranjero extraviado
Sin destino, ni origen,
Sin más nacimiento que el itinerario
Desnudo de mapas y estaciones.
Tuyo afectísimo,
Julio
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